Fría la piedra que degrada su estructura, por el ágil movimiento que ejerce el pulso sobrio del poeta: que escribe,y bebe, cobijado por la sombra y avivado por el silencio incómodo, ahi, donde se eterniza. Llegué, deposité una rosa blanca, entre algunas marchitas, y otras de plástico, leí sus poemas hasta acallar, al escuchar su voz tenue, que con lentitud, emergió de la sepultura. JJ.Solana
11.4.11
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