"Esa necesidad de olvidar su yo en la carne extraña, es lo que el hombre llama noblemente necesidad de amar".

Charles Baudelaire

29.8.08

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EL SIGLO DE CARTIER-BRESSON


CONSEJOS

Despierto dominado por voces extrañas que me consumen.

Me levanto agitado por raros sonidos, diálogos y pensamientos borrosos, me siento a ras de la cama y trato de despertarme por completo de esta pesadilla que me impregna de miedo, y frío, hasta descontrolarme.
Me sumerjo en el cansancio y me pierdo profundamente en una voz desconocida.

Me dirijo al armario, abro el primer cajón y tomo el revólver envuelto en un pañuelo negro, extiendo el pañuelo en mi mano derecha que tiembla, lo desato sin precisión, emergiendo el brillo del metal al entrar en contacto con el destello lunar, simulando una sonrisa, un reflejo que se delata entre la oscuridad fermentada tras el ventanal. Aseguro el arma entre mis dedos tullidos por el invierno, el frío del revolver me exalta los nervios que despiertan mi tacto fundido fuertemente entre la culata y el tambor, que se injertan entre mis manos desconocidas que transpiran, tiemblan, esperando la señal.

Salgo de la recamara con pasos que se sumergen en la madera, recorro un largo pasillo con escasas luces que deforman mi sombra entre los muros, me detengo aterrado, no comprendo la situación, una fuerza interna me guía, me controla.

Observo y localizo en silencio el punto del encuentro, el sitio donde se llevara a cabo el impacto.

Mi mente dormita en el suicidio; en esa idea magnética que lentamente me destruye, asfixiando mi realidad.

Llego al lugar, mis pulsaciones discurren anunciando la tragedia. Elevo lentamente las manos en desequilibrio y observo fijamente como el revólver se desplaza entre mis ojos sin orbita, fijos en el abismo, en la hipnótica voz desconocida que me condena, me tortura, e insiste en terminar el proceso hacia la inmortalidad.

Respiro mi aliento agitado, mi boca reseca trata de acallar las voces que se repiten constantemente. La desesperación desemboca en mi mente, en mi cuerpo frágil e indefenso que transpira y, en donde se percibe un inquilino que vence mis defensas, encarnando los demonios en mi existencia.

En los escasos momentos de lucidez, la razón me regresa presentando un escenario doloroso, de sueños suicidas que intento desprender de mi ser.

La voz regresa más intensa, se escurre entre mis oídos, daña nuevamente mi tranquilidad.

El silencio se extiende, el temor vence mis sentidos, quedo estático, frente a frente conmigo mismo, el eco sigiloso sigue la corriente de la voz que nuevamente me seduce, instantes después tiro del gatillo, el silencio es desplazado por un fuerte estruendo, el olor a pólvora se libera en toda la sala, el espejo se quiebra multiplicándose en miles de fragmentos, el cuerpo que se refleja cae rápidamente, se pierde frente a mí, generando un vacío, una ausencia, donde mi imagen no se reflejara jamás. Esta noche he sobrevivido a la voz, y seré libre por instantes, antes de un nuevo reencuentro.

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