"Esa necesidad de olvidar su yo en la carne extraña, es lo que el hombre llama noblemente necesidad de amar".

Charles Baudelaire

31.1.09

Clic para leer : El mito de Sísifo de Albert Camus

He oído hablar de un émulo de Peregrinos, escritor de la posguerra, quien después de haber terminado su primer libro, se suicidó para llamar la atención sobre su obra. Llamó, en efecto, la atención, pero se juzgó malo el libro.



30.1.09

Libertad a la palabra; que exhuma los pensamientos antes de su descomposición.

JJ.Solana



29.1.09

Edgar Allan Poe y el misterio de Mary Rogers

Corría el año 1841. Era un precioso día de verano cuando se encontró, flotando en el río Hudson, New Jersey, el cuerpo de una mujer llamada Mary Cecilia Rogers, de 21 años.

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Por supuesto, el caso causó gran revuelo y enseguida empezaron las investigaciones. El primer sospechoso fue su casero , en cuya compañía solían verla algunas tardes. Anderson, que así se llamaba, no tenía coartada para aquel día, pero se libró de los ojos acusadores cuando estos se posaron en David Payne, prometido de la malograda joven. Payne sí que confesó que la había visto la misma mañana en que desapareció pero negó ser el culpable. Pero mas tarde se suicidaría en el mismo lugar donde supuestamente había matado a su novia, dejando una nota de autoinculpación.
Pero la policía no la creyó: Payne tenía una buena coartada.
Así pues, las investigaciones siguieron su curso…
Uno de los fieles lectores de la prensa y seguidores de este misterioso caso era el mismísimo Edgard Allan Poe, de 32 años por aquel entonces. Había escrito ya “Los crímenes de la calle Morgue” y creado a su Inspector Dupin y, basándose en el crimen de Mary se puso a escribir. Eso sí, hizo algunos cambios: Mary Rogers sería Marie Rogêt, Nueva York lo transformó en París y el río Hudson en el Sena.

La obra titulada “El misterio de Marie Rogêt” sirvió a Poe para realizar un análisis riguroso y exhaustivo de todos los datos y pruebas que había del caso. El Inspector Dupin demuestra que el asesino es sólo uno, (se llegó a pensar que era una banda de delincuentes), e incluso señaló a alguien: a un oficial de la marina al que no se había visto con la protagonista en tres años, cuando regresara de pasar con él varias semanas. Ahora bien, no llegaba a ponerle nombre, sólo decía que era un hombre moreno.
Tras la publicación de este relato, comenzó a correr el rumor de que Poe sabía demasiado, que había hilado sospechosamente bien los hilos y que como frecuentaba asiduamente Nueva York, era él quizás el responsable del brutal asesinato.
Su reputación no lo ayudaba mucho pues la vida de este escritor no era fácil: cuidaba de su esposa enferma de tuberculosis, intentaba superar su alcoholismo y su adicción a las drogas y su economía no iba nada bien. Además, sus personajes eran macabros y se abandonaban a sus bajos instintos, lo cual parecía revelar el lado oscuro del carácter de Poe.
Pero todo quedó en meras especulaciones…
Llama también la atención que antes de la tercera entrega, (se publicó de tres veces entre noviembre de 1842 y febrero de 1843), Poe modificara ciertos datos adaptándolos aun más a la realidad.
Dos años después, y con la intención de sacarlo de nuevo a la luz pero esta vez como libro, hizo aun más cambios: Marie Rogêt había muerto como consecuencia de un segundo y desastroso aborto realizado también por el “oficial” moreno. El primero había sido tres años atrás.
Y eso es lo que terminó creyéndose que le pasó a Mary Rogers, que murió tras una intervención que la dejó mal parada. Este crimen no llegó nunca a ser resuelto.
Por su parte, y quizás intentando defenderse, Poe explicó en su día que el propio hombre moreno había confesado pero que, por respeto a la familia, no quería ahondar en detalles ni revelar todo lo que sabía.

25.1.09

Clic para leer: El elixir de larga vida

Por Honoré de Balzac



āmen

Dichosas mis manos que acarician
el cáliz húmedo de tu cuerpo;
entre sueños que se extienden con apetito,
consagrando nuestros desnudos en el altar.

Tempestad en tu vientre
que dicta el discurso;
donde se extingue la esclavitud,
donde se revela la libertad.

Confesión de pensamientos
entre los deseos condenados que deambulan;
bajo las sabanas sagradas,
esbozando las animas del aliento.

Existente el tacto que recorre con sutileza
la asfixia uniforme de tu desnudo.

Resurrección de la palabra en la mirada;
que hacen existir tus sombras equilibristas
adheridas entre la piel que dormita.

Entre las pupilas se retratan y se gestan
los mandamientos impuros del deseo y del placer.

Culpas que se absuelven en el pensamiento
donde se devela tu retrato en un espejo;
anunciando la exploración.

Nos ocultamos entre símbolos,
entre ecos que se esparcen de los labios
que frecuentan tu quietud.

Discurre la mimica de nuestros cuerpos;
orando entre los besos y cantos santificados.

Castidad en las formas sacrílegas del amor;
donde se deshilan las texturas profundas
de la fe y del instinto.

Sacrificio en las conciencias
que se enfrentan con desvelo al tacto;
bautizando con ademanes pecadores la religión del ser.

Nos envuelve el presente de dolores efímeros,
donde emergen los sexos con gestos exhaustos.

Crucifixión en tu vientre;
durmiente purgatorio de espíritus;
que amanecen en tus parpados que abren
liberando a la mirada .

Entramos al templo,
la misa en las almas se termina;
con la palabra que confiesa
nuestros cuerpos extasiados.

23.1.09

Clic para conocer obra de: Salvador Dali



... La diferencia entre los recuerdos falsos y los verdaderos, es la misma que para las joyas, son siempre las falsas las que lucen más reales, más brillantes ...


13.1.09

"La vejez es la máxima expresión de la existencia."

JJ.Solana



Amor Platónico

La observo con asombro, mi existencia se paraliza ante su imagen, ante su belleza que dormita, que se eleva hacia mi mirada que se estira hasta golpear delicadamente su rostro. La veo recostada, inmóvil, indefensa; sin respiración, sin aliento. Una sabana blanca de textura: áspera, fría y pesada con bélico tacto le cubre parte de su esbelto cuerpo; dejando su rostro maquillado por intensos y desagradables tintes oscuros que discurren con precisión en ella.

Sin gestos, sus movimientos yacen apresados entre los músculos atrofiados por la inmovilidad. Los colores primarios se ausentan de su epidermis, la erosión del espíritu funda sus colonias en su rostro, en su cuerpo que permanece aislado de una existencia.

Un retrato horroroso detalla la ultima inhalación de Helena.

Quietud. Silencio.
La oscuridad se desplaza por la intensa luz que se refracta directamente en el cuerpo extendido, la sabana blanca que le cubre; muestra ligeras transparencias que esbozan sin precisión la estructura de su desnudo; que dormita envuelta en una epidermis mártir.

Sigo el camino que forman sus cabellos largos disueltos en la base metálica y algunos en el espacio; todos presentan una suave textura acompañada de un color claro e intenso que le equilibran. Sus parpados delgados permanecen abiertos incrustados por largas y curvas pestañas que le decoran su mirada que se oculta en su interior; sus ojos teñidos por el azul impiden la liberación de la luz que acalla las ultimas imágenes capturadas. Sus cejas despobladas conjugan y dan sombra a sus ojos hipnoticos. Su nariz imperfecta por un relieve que le da a su perfil una perspectiva romana. Sus labios carnosos, firmes, restaurados por la forma, la extensión, y su matemática textura que los forman. Las líneas curvas estructuran su barbilla con una delicada fisura que se extiende hasta crear la base geométrica de su rostro impresionista.

Le admiro con alevosía. Mis manos se elevan y caen con premeditación en su cuerpo. La descubro ágilmente, y deposito en el suelo la sabana que fermentaba su transpiración.

El cuerpo se libera ante mi.

La luz escasa va detallando la formas de sus senos que brotan en mis ojos firmemente. Su vientre plano con delgada extensión cae hasta su sexo peregrino, inmóvil, de textura suave, oculto entre sus bellos claros. Sus piernas largas, paralelas, entre abiertas; permiten deambular entre sus muslos desnudos y absortos. El frío ambiente y los olores de los químicos se acumulan embalsamándolo todo. La veo fijamente y abolió su esclavitud que me permite acosarla con el tacto, con la imaginación que juega entre su cuerpo. La esculpo con mis ásperas manos, le beso sus labios fríos y sólidos, y dejo caer mi ropa lentamente hasta abrigar el cuerpo helado de Helena con mi desnudo calido y desesperado; hasta perdernos.

La débil luz detalla los cuerpos cubiertos por una sabana blanca. El movimiento uniforme desprende del pie derecho de Helena una etiqueta blanca indicando los datos personales y la hora precisa de su deceso.







12.1.09

"Somos inquilinos en nuestro propio pensamiento."

JJ.Solana



11.1.09

REFLEJOS

La noche se extiende, fría estructura de estelas que decoran el espacio ensombrecido. La luna dibuja la sombra sigilosa de Caín portando un puñal, sus pies tiemblan, se hunden en la tierra;de su cuerpo musculoso sobresalen sus ojos, su mirada hipnótica que desciende hacia el cuerpo dormido de Abel que posa recostado entre la hojarasca. Una nube solitaria pasa cubriendo la luz que emerge de la luna; ocultando los cuerpos y las sombras. Se escucha un quejido, los tejidos del cuerpo se abren para dar entrada al puñal metálico que con su estructura filosa exilia y descubre las voces, los alientos desesperados que brotan de los labios de los hermanos.

Instantes después el silencio lo consume todo.

Caín asciende del infierno en busca de su libertad; seguido por el espíritu aun vivo de Abel. Suben con precisión los escalones metálicos que marcan la tragedia de su pasado y de su presente. Caín sube con agilidad y rapidez los últimos escalones sin voltear, acallado por su pensamiento y por la acción cometida. En su mano yace el puñal, lo presiona fuertemente aun con la sangre adherida de su hermano.

Despiertan excitados y temerosos los dos hermanos que habían frecuentado el mismo sueño, sus almas se desdoblan de sus cuerpos, corren unidas con armonía hasta subir los escalones desesperadamente y encontrarse con la libertad.





9.1.09

Clic para leer : Método de composición


EDGAR ALLAN POE



6.1.09

Un reflejo inerte


La guerra es el retrato nítido de la devaluación humana; es una acción que hurta las libertades del individuo.

La guerra es un reflejo deteriorado de la existencia; es un conflicto de ideas, de energías negativas acumuladas en el pensamiento y en el espíritu.

La guerra es un velo metálico que cubre el verdadero rostro de la humanidad; es un antifaz, un sueño profundo sin el despertar.

La guerra es una arteria ocular que permite ver la degradación de la materia y el espíritu; es un silencio de pólvora que detona en los oídos de la humanidad.

Somos soldados que caminamos entre los cuerpos de: niños, mujeres y hombres que permanecen en el suelo; heridos, en agonía y algunos muertos; todos esperan la mano que con tacto humano los levante con una existencia firme y los haga caminar sin temor, hacia la libertad.

3.1.09

Clic para leer poesia de:

AMADO NERVO



VOCES


Tu voz nómada:
dibuja en mí una silueta,
una sombra,
un ritmo que irrumpe la trayectoria del sueño
y del recuerdo sobrio de tu imagen.

Tu voz oradora:
exhuma el discurso de mis labios;
que descubren tu alma
desnuda, disuelta en un nítido aliento
y en una respiración de vocales agitadas.

Tu voz:
Fragmentos de palabras, de susurros;
donde se retrata la conciencia,
sin cuerpo, sin aura,
los tonos intensos de tu boca
representan al amor.

Tu voz:
espíritu de versos,
de esclavos movimientos;
que habitan en mi interior.

1.1.09

Leer discurso: En el bosque de las paradojas

Jean-Marie Gustave Le Clézio Premio Nobel de Literatura


LA RAZA DE MODIGLIANI

COURBET

Famous Nudes

Convulsiones en el rostro de Van Gogh

Dali Contra El Arte

Convulsiones en el rostro de Picasso