La voz de mi cuerpo se acalla;
entre tu piel marchita,
sin ecos,
me despierto desnudo;
en ti,
cubierto por tu tacto antiguo,
y por ásperas sabanas que cubren a mi instinto;
que fenece,
entre la sed y el cansancio.
entre tu piel marchita,
sin ecos,
me despierto desnudo;
en ti,
cubierto por tu tacto antiguo,
y por ásperas sabanas que cubren a mi instinto;
que fenece,
entre la sed y el cansancio.
JJ.Solana
1 comentario:
Me gustó mucho tu poema.
Saludos cordiales,
Hasta pronto,
Aída
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