Entra al museo
como el pecador al purgatorio.
Su alma cede
inicia la busqueda del desnudo en exposición.
Su vista se enfrenta a un vacio;
donde la soledad y ausencia florecen.
Emerge el llanto,
los ojos naufragan; al no percibir la obra.
Incesante la búsqueda,
pérdida del rastro; del tiempo.
El muro yace vacío;
entre huellas
Emerge el llanto,
los ojos naufragan; al no percibir la obra.
Incesante la búsqueda,
pérdida del rastro; del tiempo.
El muro yace vacío;
entre huellas
entre aromas que demarcaron su existencia,
su partida.
El óleo deambula entre sus ojos;
su partida.
El óleo deambula entre sus ojos;
Aun no lo sabe,
que ha hurtado el desnudo.
Las manos de Goya saciaron sus demonios,
con pasivos espíritus que delinearon:
los senos prematuros entre colores afligidos
la cadera, y el vientre adolecen entre sombras ansiosas.
Un desnudo perdido;
en una mirada enamorada.
Dormitan.
Los dos se hurgan entre miradas distantes.
Pasean entre aceites y luces que discurren;
hasta cegar al amante
Las manos de Goya saciaron sus demonios,
con pasivos espíritus que delinearon:
los senos prematuros entre colores afligidos
la cadera, y el vientre adolecen entre sombras ansiosas.
Un desnudo perdido;
en una mirada enamorada.
Dormitan.
Los dos se hurgan entre miradas distantes.
Pasean entre aceites y luces que discurren;
hasta cegar al amante
que muta en un color extraño oculto en el óleo.
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