El tiempo recorre los últimos órganos con temperatura y los enfría. La sangre se estanca, se pierde sin movimiento, espera que su estructura agonice. Algunos gases y ecos son acallados por el régimen del silencio, los colores se dispersan del cadáver, dejando en el rostro una ausencia. La muerte se apodera del inmueble físico, embalsama el cuerpo, e inicia la búsqueda del alma seleccionando detenidamente su dominio. La moral se aísla y maquina su escape con el alma, la conciencia espera, resguarda en frascos los genes de la resurrección. El regimiento de gusanos se prepara para el ataque, vienen equipados del mapa corporal y preparan la estrategia bélica del hambre. El cuerpo inmóvil y con escasa defensa lucha hasta poder reencarnar o resucitar en un frasco transparente, donde los sentidos de la existencia se puedan observar, donde las pasiones, los amores, los miedos, la felicidad se puedan reflejar en el cristal delgado del ser humano. jj.solana
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