"Esa necesidad de olvidar su yo en la carne extraña, es lo que el hombre llama noblemente necesidad de amar".

Charles Baudelaire

5.9.07

ABLACIÓN DE LA LIBERTAD

Carta de sirotilc


Me levante agitada, era media noche, el sueño se convirtió en pesadilla, dentro de este sueño oscuro, vi ángeles mutilados, encadenados en el infierno físico. Ya no pude continuar el descanso, me asome por la ventana, era una noche extraña, la luna se reflejaba mutilada por la sombra, las hojas de los árboles mutiladas por el viento, el sueño se me estaba haciendo obsesión, espere al amanecer que lentamente se unía. Era el día mi aniversario numero 12, se presentaba detallando algunas zonas de mi cuerpo, que crecía, y se moldeaba, evolucionaba para hacerme mujer. Me emocionaba las fases de maduración del físico. Cada día trataba de encontrar detalles en mi, era un proceso hermoso, el estar en contacto, observando los cambios naturales de mi ser. Ese día mis padres me anunciaron que saldríamos temprano hacia el poblado de taugurus. Pensé que se maquinaba una sorpresa por mi cumpleaños por la discreción, y el misterio que reflejaban, no pregunte mas, me duche recorriendo mis manos en mi piel desnuda, sintiendo los cambios que en 12 años había engendrado el tiempo, las satisfacciones eran plenas. Salí del baño, húmeda de alegría, me vestí, y juntos partimos hacia el pueblo, que estaba situado a una hora de camino. Durante el trayecto mis padres pronunciaron mínimos diálogos, los note tensos, y pensativos. Seguimos el camino que presentaba una imagen desértica; con algunos cactus mutilados, secos por la ausencia del agua. La tierra espesa saltaba en los rostros, a causa del viento, tratando de impedir muestro paso, las aves de rapiña, con ecos siniestros, rondaban nuestras cabezas en busca de alimentos, de algún trozo de carne para satisfacer su hambre; ellos anunciaban nuestro camino. Cruzamos una colina rocosa, donde el poblado se asomaba, entre el polvo gris que flotaba fundido con el aire. Descendimos y penetramos los callejones hasta llegar a una casona inmensa; me causaba una rara sensación algunos gritos suaves que brotaban de su interior. Mi padre dio tres golpes en la puerta de madera, al instante nos abrieron y nos invitaban a pasar. Caminamos un pasillo, mi padre se separo de nosotras por unos instantes, siguiendo a la mujer que nos abrió la puerta, espere con mi madre en aquel lugar. Se aproximo un hombre, después de algunos minutos, y nos invito a pasar a un cuarto, entramos, estaba lleno de personas, de mujeres adultas, y mujeres adolescentes. Podría decir que de mi edad, por su aspecto, e inocencia. El silencio invadía esa atmósfera, todas sentadas en fila esperábamos. Después de 20 minutos, un hombre vestido de negro se presenta ante nosotras, y nos anuncia, que la sesión se iniciaría. Sin mas explicación se retiro; dejándonos en la duda. En voz baja le pregunte a mi madre que ocurría, ella sin gestos, y con la cara cubierta, enmudeció, no insistí. Mi intuición aceleraba mi adrenalina, los nervios se despertaban dentro de mi. La mujer que nos abrió la puerta, con rostro sin expresión, hace su presencia en el cuarto, portaba una hoja en las manos, nos mira despectivamente, con sonrisa sarcástica, comienza a anunciar. La primera que entrara es: sirotilc. Al escuchar mi nombre, mi cuerpo sin defensa altero mi ser, excitándolo, me levante, respire profundo y trate de encontrar la calma. La mujer nos guío entre un pasillo, donde la luz era escasa, donde las pisadas marcaban el camino a ese abismo, que se formaba por la exención del lugar, y la oscuridad que se extendía. Mi madre justo atrás de mi, seguía mi sombra. LLegamos a otro cuarto, que soltaba un aroma metálico ,como el de la sangre fresca. Se componía de dos camas de aluminio, y algunos instrumentos quirúrgicos que estaban a la vista. Empecé a formular pensamientos de lo que me esperaba, sin llegar a lo que en verdad me enfrentaría, esperé. En la sala se encontraban dos hombres de negro a los lados de la cama, mi padre frente a la cabecera, con mi madre, a los pies de la cama el segundo hombre de negro, y la mujer a mi costado. Mi padre me da la orden de desnudarme, me dice que será un proceso para no ser condenada al pecado, y a la tentación. No comprendí nada, el temor me devoró, me revelé. La inconsciencia se agito en mi, trate de huir, imploré a mi madre, a mi padre, ellos inmóviles, sólidos e insensibles agachaban sus rostros. En mi intento de escapar, los dos hombres me sujetan, me trasladan junto a la cama, la mujer me desnuda, y me recuestan en contra de mi voluntad. La superficie fría y dolorosa congelaba mi espalda trasmitiendo una sensación fatal en todo mi cuerpo. Mi madre y mi padre me sujetan de las manos, los dos hombres de las piernas. Era imposible de liberarme, mi cuerpo intentaba salvarse, mi llanto, y las palabras se amarraban, se unían, ninguno de mis lamentos causaba efecto ante esos demonios. La mujer se aproxima hacia mi, con una especie de tijeras que sonreían, que brillan por el reflejo de la luz, me mira de tal manera que mi cuerpo hipnotizado, sede ante la fuerza exterior, la miro con piedad, su expresión sin profundidad, sin color, ni sentido; me toma del vientre con la mano izquierda, siento su mano hirviendo, su pulso perfecto, mientras su mano derecha comienza el viaje hacia el objetivo. Un dolor inhumano se desata en mi cuerpo, una sensación vacía se sumerge en mi, un asco, y una agonía encarnan, delirando mi llanto, desmayándome en mi cuerpo. Quede hundida por horas en esa dimensión. Al despertar la ablación del clítoris se había efectuado. La tradición hurta nuestros cuerpos, los mutila eternamente. Desperté cubierta por el dolor interno, y físico, la ausencia se declaraba, permitiendo a la soledad mi crianza. Todas las ilusiones, la fe, y el mismo ,Dios, se aislaron de mi. Me encontraba sola ante un despojo físico, y moral, sola entre un mundo masculino, sin leyes, sin reglas que fortalezcan los principios de la mujer. Estoy agonizando en vida, a causa de la ignorancia, de la violación de la libertad, y del respeto. Me senté en la mesa, por tradición, frente a mí dejaban, la raíz de loto, que servia para olvidar el pasado, y, a un costado posaba una patera, teñida de sangre, ahi se resguardaba el cadáver sacrificado de mi clítoris, lo tome con una de mis manos, con la otra levante la bata blanca que me cubría, lentamente se iban asomando mis piernas, mis muslos, hasta llegar a mi sexo desfigurado, inerte, y muerto, lo mire detenidamente por horas, tratando de injertar mi clítoris, sin resultado. Desesperada cai en el abismo del sufrimiento, sin pensarlo, tome la raíz de loto la mastique, sabiendo el riesgo, pedí un deseo, un milagro; deseaba la reencarnación de mi clítoris, y la reencarnación completa de mi inocencia, en mi alma, en mi cuerpo, asi complementaria las piezas que harían la ilusión de ser una mujer, libre, en busca de la felicidad . sirotilc quedo recostada en la cama metálica, después de comer la raíz entraría al sueño final, esperando el resultado. Al entrar los padres, se percataron de que el cuerpo de sirotilc, estaba inmóvil y silencioso.
Jamás despertaría.


La mutilación de la inocencia, condena a la libertad.
jj.solana

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Jorge

Veo que has puesto en tu blog un fragmento de uno de mis cuadros, cosa que me parece bien. Sin embargo no has puesto ni el crédito correspondiente (cosa que es de mímima cortesía) y tampoco has hecho un enlace a mi página (lo cual sería muy generoso de tu parte). Te pido, pues, que por lo menos me des el crédito correspondiente o bien retires la imagen de tu blog.

Gracias de antemano.

Saludos,
Armando Hatzacorsian

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