La explanada de color metálico acalla y absorbe el canto trágico del cuerpo. La atmosfera se mantiene fermentada por ecos violentos que descienden hasta susurrar el último aliento. Brotan las esencias por doquier liberadas de los cuerpos mortales, que se unen al asfixiante olor de la pólvora y del presente.
Silenciosa la plaza de las tres culturas, fría, incolora, ausente de existencia. Sus muros impresos de sangre desesperada, que emboza la defensa y la degradación humana. Los pasos ágiles dopados por el temor y la indignación tratan de evadir los cientos de cuerpos aun vivos que posan en el suelo en agonía, acumulados entre los muertos, perforados por las intensas balas que laceran todo movim
iento, toda masa, toda energía; ocasionando el desborde de diferentes corrientes sanguíneas unidas en toda la superficie; manteniendo vivos los ideales y libertades que transpiran en los cuerpos que acaecieron, por la acción ignorante del gobierno bélico y por el discurso nocivo del poder; que doblega y encarna en el hombre todas las representaciones miserables e inhumanas contra su propio reflejo.
Sombras después de la masacre, soledad entre los cuerpos que se evaporaron, almas sonámbulas que emergen para encarnar en la flores que son vertidas donde los pasos descalzos de la muerte se detuvieron, veladoras con lenguaje melancólico, que son encendidas para anunciar la existencia del dolor. En la explanada, entre el subsuelo yacen fortalecidos los pensamientos que derrocaran con valentía al hurtador, y al que intente profanar la libertad.
Silenciosa la plaza de las tres culturas, fría, incolora, ausente de existencia. Sus muros impresos de sangre desesperada, que emboza la defensa y la degradación humana. Los pasos ágiles dopados por el temor y la indignación tratan de evadir los cientos de cuerpos aun vivos que posan en el suelo en agonía, acumulados entre los muertos, perforados por las intensas balas que laceran todo movim

Sombras después de la masacre, soledad entre los cuerpos que se evaporaron, almas sonámbulas que emergen para encarnar en la flores que son vertidas donde los pasos descalzos de la muerte se detuvieron, veladoras con lenguaje melancólico, que son encendidas para anunciar la existencia del dolor. En la explanada, entre el subsuelo yacen fortalecidos los pensamientos que derrocaran con valentía al hurtador, y al que intente profanar la libertad.